¿Por qué el Señor Jesús le dio a Pedro las llaves del reino de los cielos?
Está escrito en Mateo 16:19 que el Señor Jesús le dijo a Pedro: “Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares sobre la tierra, será también atado en los cielos; y todo lo que desatares sobre la tierra, será también desatado en los cielos”. Al leer estas palabras del Señor, muchos hermanos y hermanas pueden sentirse confundidos, pensando: “Pedro no hizo ninguna gran obra ni fueron muy famosas las epístolas que escribió. Además, cuando el Señor Jesús fue arrestado y juzgado, Pedro lo negó tres veces. ¿Por qué el Señor no dio las llaves del reino de los cielos a otros discípulos, sino sólo a Pedro?” Si tenemos estas confusiones, prueba que no tenemos claro a qué clase de personas alaba Dios, por lo que no objetivos claros que perseguir en el seguimiento de Dios, será difícil actuar de acuerdo con la voluntad de Dios. Por lo tanto, la comprensión de estas cuestiones está directamente relacionada con la posibilidad de obtener o no las bendiciones y la aprobación del Señor. A continuación, vamos a conversar sobre este tema.
El Señor Jesús favoreció a Pedro
Dios es justo y ciertamente no haría nada por error. El Señor le dio las llaves del reino de los cielos a Pedro porque el Señor lo prefirió. ¿Pero por qué? Porque cuando el Señor Jesús preguntó a los discípulos quién era Él, de los doce discípulos del Señor Jesús, sólo Pedro recibió la iluminación del Espíritu Santo y reconoció que el Señor Jesús era Cristo, el Hijo del Dios vivo. Además, cuando el Señor Jesús dijo que Él era el pan de vida y que la gente sólo necesitaba comer Su carne y beber Su sangre para obtener la vida eterna, bastantes personas desarrollaron opiniones y renunciaron a seguir al Señor. Sólo Pedro dijo: “Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Cristo , el Hijo de Dios” (Juan 6:68-69). De estos dos eventos podemos ver que Pedro tenía un verdadero entendimiento del Señor Jesús por Su obra y palabras, que estaba completamente seguro de que el Señor Jesús era Cristo y el camino a la vida eterna. Así que no importaba cómo los fariseos juzgaran, condenaran y atacaran al Señor Jesús, él nunca se confundió, y aunque otros abandonaran al Señor Jesús, él nunca se sintió constreñido y continuó manteniendo su devoción, siguiendo al Señor hasta el final. Así, Pedro se convirtió en aquel a quien el Señor Jesús prefería.
En este punto, tal vez algunos hermanos y hermanas preguntarán: Pedro negó al Señor tres veces, entonces, ¿cómo puede ser llamado alguien que ama y conoce al Señor? Vamos a profundizar en cómo Pedro mereció la aceptación y la aprobación del Señor.
Pedro se empeñó en amar y conocer al Señor y así se ganó Su aprobación
El Señor Jesús nos dijo: “Amarás al Señor Dios tuyo de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22:37-38). “Cualquiera que me ama, observará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos mansión dentro de él. Pero el que no me ama, no practica mi palabra. Y la palabra que habéis oído, no es solamente mía, sino del Padre, que me ha enviado” (Juan 14:23-24). “¡Oh, Señor, Señor! entrará por eso en el reino de los cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial, ése es el que entrará en el reino de los cie-los” (Mateo 7:21). Está claro en las palabras del Señor que Él espera que todos le amemos con todo nuestro corazón y mente, que practiquemos según Sus palabras y que mantengamos el camino del Señor. Estos son Sus requisitos para nosotros y son la norma para ganar Su alabanza y entrar en el Reino de los Cielos. La búsqueda de Pedro se basó en estas palabras del Señor; se fijó la meta de amar a Dios y buscó convertirse en alguien que ama a Dios. Cuando el Señor Jesús fue arrestado en el Huerto de Getsemaní, Pedro se apresuró a protegerlo, cortando la oreja del siervo del sumo sacerdote. Aunque fue bastante imprudente de parte de Pedro hacer eso, nos muestra que se adelantó en un momento peligroso, mostrando que realmente amaba al Señor en su corazón y que genuinamente quería protegerlo. Aunque Pedro negó al Señor tres veces, además de arrepentirse y detestarse a sí mismo, también aprovechó esa oportunidad para reflexionar sobre el motivo de su fracaso. Vio que, aunque tenía el deseo de dar su vida por el Señor, no poseía la realidad del amor genuino por Él ni de dar su vida por Él. Todavía estaba sujeto a las limitaciones de la muerte y no se atrevía a poner su vida en juego. Así, estableció su meta para su futura búsqueda, que durante el resto de su vida sólo buscaría amar y satisfacer al Señor. La humanidad y la búsqueda de Pedro fueron alabadas por el Señor, por lo que el Señor Jesús favoreció a Pedro y le dio las llaves del Reino de los Cielos. Pedro permaneció fiel al encargo del Señor durante toda su vida -después de que el Señor Jesús resucitara y volviera al cielo- Pedro fue por todas partes difundiendo el evangelio y pastoreando rebaños. Dio testimonio de las palabras del Señor y de Su voluntad y enseñó a la gente a poner en práctica las palabras del Señor. En su trabajo, Pedro apoyaba a los hermanos y hermanas con las verdades que entendía y su genuina comprensión de Dios, exaltando y dando testimonio de Dios en todas partes y llevando a los hermanos y hermanas ante el Señor. Y no importaba que fuera perseguido por los líderes dentro de la fe judía o que fuera perseguido por el gobierno romano, pasando por todos los sufrimientos y dificultades, Pedro fue inquebrantablemente fiel a la comisión de Dios y nunca olvidó Su directiva. Cuando el tirano romano Nerón quiso asesinar a los católicos, Pedro escapó de la ciudad de Roma con la ayuda de otros. El Señor Jesús se le apareció a Pedro y le dijo que sería crucificado de nuevo por su causa. Una vez que Pedro comprendió la voluntad del Señor, no dudó en dar marcha atrás, entregando su vida para ser clavado en la cruz boca abajo, logrando el testimonio de la obediencia hasta la muerte y el amor definitivo de Dios.
Comparándonos con las experiencias de Pedro, los que creemos en el Señor, sufrimos por el Señor, insistimos en rezar el Rosario cada dia, seamos pacientes y tolerantes, mantenemos el ayuno y la abnegación para prepararnos buenas obras, sólo pensamos en entrar al Reino de los Cielos y ser recompensados. No hemos pensado en cómo poner en práctica las palabras del Señor ni en cumplir Sus requisitos. En nuestras buenas obras, no hemos pensado en cómo comunicar la voluntad del Señor a los hermanos y hermanas, y en el curso de la predicación del evangelio, cuando encontramos dificultades y no hemos sido capaces de apoyar a nuestros hermanos y hermanas, nos volvemos negativos y débiles, perdiendo la confianza en el Señor. Todos nuestros comportamientos demuestran que no somos personas que aman al Señor. Por eso debemos emular a Pedro, procurando conocer y amar a Dios. Sólo así seremos alabados por el Señor.
¿Cómo Pedro buscó conocer y amar al Señor?
Entonces, ¿cómo buscó Pedro conocer y amar al Señor? ¿Qué podemos aprender de él? Las palabras de Dios hablan muy claramente de este aspecto de la verdad. Dios Todopoderoso dice, “Pedro siguió a Jesús durante varios años y vio en Él muchas cosas que no había en otras personas. […] En la vida, Pedro se medía contra cada cosa que Jesús hacía. Principalmente, los mensajes que Jesús predicaba se grababan en su corazón. Estaba totalmente dedicado a Jesús y era fiel a Él, y nunca se quejó de Él. Como consecuencia, se convirtió en el fiel compañero de Jesús dondequiera que Él iba. Pedro observaba las enseñanzas de Jesús, Sus amables palabras, lo que Él comía, lo que vestía, dónde se hospedaba y cómo viajaba. Seguía el ejemplo de Jesús en cada aspecto. Jamás fue un santurrón, pero se deshizo de todas sus cosas obsoletas y siguió el ejemplo de Jesús en palabra y acto. Fue entonces cuando Pedro sintió que los cielos, la tierra y todas las cosas estaban en las manos del Todopoderoso y que, por esta razón, no tenía una opción personal. Pedro también asimiló todo lo que Jesús era y lo utilizó como un ejemplo” (“Sobre la vida de Pedro”).
“Tras un periodo de experiencia, Pedro vio en Jesús muchas de las obras de Dios, vio la hermosura de Dios y vio mucho del ser de Dios en Jesús. Así, también vio que las palabras de Jesús no podían ser palabras dichas por un hombre, y que la obra que Jesús hizo no podría haberla realizado un hombre. En las palabras y los hechos de Jesús, Pedro vio además gran parte de la sabiduría de Dios y mucha obra de naturaleza divina. Durante sus experiencias, no solamente llegó a conocerse a sí mismo, sino que también se centró en observar todas las acciones de Jesús, de las que descubrió muchas cosas nuevas, como por ejemplo, que había muchas expresiones del Dios práctico en la obra que Él hizo por medio de Jesús, y que las palabras y los actos de este, las formas en que pastoreó a las iglesias y la obra que realizó diferían de los de un hombre corriente. Así, Pedro aprendió de Jesús muchas lecciones que se suponía que debía de aprender y para cuando Jesús estaba a punto de ser clavado en la cruz, había obtenido algún conocimiento de Él, conocimiento que fue la base de su lealtad de por vida a Jesús, y de su crucifixión boca abajo, la que sufrió por amor al Señor” (“Solo aquellos que conocen a Dios pueden dar testimonio de Él”).
Podemos ver en estos dos pasajes que Pedro anhelaba conocer al Señor y cuando estaba interactuando con el Señor Jesús, asimilaba cada pequeña cosa que Jesús decía y hacía. En Él, Pedro vio una gran cantidad de divinidad. Por ejemplo, las palabras pronunciadas por el Señor Jesús eran la verdad; estaban llenas de poder y autoridad y podían proporcionar el sustento para las necesidades espirituales de las personas. Los milagros y las cosas extraordinarias que el Señor Jesús hacía revelaban la autoridad y la omnipotencia de Dios y eran cosas que ningún humano podía hacer. El Señor Jesús salvó misericordiosamente a los pecadores, perdonando todos los pecados y otorgando ricas bendiciones a la humanidad; estaba lleno de misericordia y amor por los seres humanos. Pedro también vio en el Señor Jesús que reprendía y condenaba a los fariseos con los siete ayes, que Su disposición era santa y justa, y no toleraba la ofensa del hombre. Mientras trabajaba, no importaba lo que sufriera Su carne o lo arduo de Su trabajo, incluso si significaba sacrificar Su propia vida, el Señor Jesús estaba decidido a cumplir plenamente la comisión de Dios. Pedro vio que la esencia de Cristo era la obediencia a la voluntad de Dios Padre. Pedro vio una gran cantidad de divinidad en Jesús y obtuvo una comprensión genuina y práctica de Dios. Además, Pedro guardó las palabras del Señor Jesús en su corazón, meditándolas con frecuencia y buscando entender la voluntad del Señor a partir de ellas para poder cumplir con los requisitos de Dios para la humanidad. En una ocasión, Jesús le preguntó tres veces “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” (Juan 21:16). Pedro contemplaba esto con frecuencia y, a través de sus reflexiones, comprendió que lo que amaba era sólo un vago Dios en el cielo, pero no el verdadero Cristo. Se dio cuenta de que eso no era amar verdaderamente a Dios, y que sólo amar a Cristo en la tierra era amar genuinamente a Dios. A partir de entonces rezaba a menudo y buscaba cómo alcanzar el amor al Señor. Al final logró el máximo amor a Dios y la obediencia hasta la muerte, convirtiéndose en alguien que amaba verdaderamente a Dios. Pedro también fue capaz de aceptar y obedecer las críticas del Señor Jesús, y buscar la verdad a partir de ellas. Cuando se enteró de que Jesús iba a ser crucificado y trató de bloquearlo, diciendo que no podía ser así, Jesús lo reprendió duramente, diciendo “¡Quítate de delante de mí, Satanás!” (Mateo 16:23). Pedro comprendió por la fuerte reprimenda de Jesús que todo lo que obstaculiza la voluntad de Dios es un acto de Satanás y condenado por Dios. Podemos ver de esto que era importante para Pedro entender al Señor a partir de Su obra, acciones, sermones y reprimendas, y es por esto que tuvo un verdadero entendimiento del Señor y desarrolló un corazón de amor genuino por Él.
Hermanos y hermanas, ahora podemos entender: No fue por nada que el Señor Jesús alabó a Pedro y le dio las llaves del Reino de los Cielos. Jesús tenía afinidad con la humanidad y el calibre de Pedro, y su corazón de amor por la verdad y por el Señor. Sabía que Pedro era el más digno de Su encargo y de Su confianza, y por eso le confió la gran responsabilidad de pastorear Su rebaño. En el pasado, por no entender la verdad y ser incapaces de ver a través de la esencia de las personas, delimitamos a Pedro según el hecho de que negó al Señor tres veces por una debilidad temporal. De hecho, Pedro sólo llevaba tres años siguiendo al Señor en ese momento, por lo que su fe aún no era tan grande. En una coyuntura crítica entre la vida y la muerte, la debilidad de la carne es totalmente esperable. Si hubiéramos sido nosotros, tal vez habríamos huido cuando se llevaron a Jesús. Por lo tanto, debemos creer que Dios es justo y que inspecciona los corazones y las mentes de las personas. Ya que Dios le dio las llaves del Reino de los Cielos a Pedro, debemos buscar la verdad para entender por qué Pedro fue aprobado por el Señor según Sus palabras. De esta manera, no sólo se puede resolver nuestra confusión, sino que también es beneficioso para nosotros encontrar el camino para ser bendecidos y alabados por Dios. ¡Gracias a Dios!