4 claves para aprender a rezar a Dios
Todos sabemos que lo importante como católico es rezar, rezar a Dios es la forma más directa de comunicarse con Dios. Por eso, aparte de las oraciones de la mañana y de la tarde, rezamos en muchos otros momentos como cuando leemos la Biblia, asistimos a la Misa, recibimos la eucaristía, hacemos la reconciliación y observamos el Domingo, o cuando nos encontramos con dificultades. ¿Pero nuestras oraciones están de acuerdo con la voluntad del Señor, y nos escuchará? Esto es algo que es importante que todos los hermanos y hermanas entiendan; de lo contrario, no importa cuántas veces rezamos o por cuánto tiempo, estas oraciones no obtendrán la aprobación de Dios. En realidad, el Señor Jesús nos dio estas respuestas hace mucho tiempo, así que juntos, ¡busquemos lo que la verdad dice al respecto!
1. Estar en el lugar de un ser creado en oración
En Lucas 18:9-14, se registra: “Refirió también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y despreciaban a los demás: Dos hombres subieron al templo a orar, el uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba en su interior de esta manera: ¡Oh Dios!, yo te doy gracias de que no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces a la semana; pago los diezmos de todo lo que poseo. El publicano, al contrario, puesto allá lejos, ni aun los ojos osaba levantar al cielo; sino que se daba golpes de pecho, diciendo: Dios mío, ten misericordia de mí, que soy un pecador. Os declaro, pues, que éste volvió a su casa, justificado, mas no el otro; porque todo aquel que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado”. Es fácil ver en la parábola del Señor Jesús que Dios aprobó la oración del publicano y detestó la del fariseo. Eso es porque este último trataba de lucirse y hacer una exhibición de sí mismo y enumerar sus acciones para Dios. Se colocó a sí mismo en una posición muy alta, incluso al mismo nivel que Dios. Negoció con Dios, se atribuyó el mérito de la obra de Dios, y carecía de la más mínima piedad ante Él. Carecía completamente de cualquier temor en su corazón por Dios, y esto despertó el desprecio y el odio de Dios. Pero el publicano era completamente diferente. Sabía que era un humilde pecador, así que en su oración tenía miedo de Dios y se puso al descubierto, reconociendo su propia corrupción y pidiendo sinceramente el perdón de Dios, y al final, recibió la misericordia de Dios. Dios tenía diferentes actitudes hacia cada uno de ellos debido a sus diferentes actitudes hacia Dios. Compare esto con nuestras propias oraciones. A menudo tomamos la postura equivocada. Por ejemplo: A veces cuando nos encontramos con dificultades, sabemos que lo que hacemos no está en línea con las palabras de Dios, pero aún así estamos decididos a hacerlo, y en nuestras oraciones incluso queremos que Dios haga las cosas según nuestra propia voluntad. O bien, cuando predicamos el evangelio y ayudamos a otros mediante la caridad, o no traicionamos a Dios cuando nos han arrestado, sentimos que somos alguien muy devoto de Dios, que le amamos de verdad. Así que cuando rezamos, pedimos bendiciones o coronas, y si Dios no nos bendice, discutimos con Él. O, cuando nos enfermamos o algo terrible sucede en casa, en nuestras oraciones culpamos a Dios por no protegernos, e incluso intentamos razonar con Dios y ajustar cuentas con Él. La lista sigue y sigue. Todas estas oraciones le exigen a Dios y tratan de forzar su mano. Esto es explotarlo, culparlo, e incluso oponerse a Él y a su voluntad. Este tipo de oraciones carecen por completo de conciencia y razón, y rezar así es resistir a Dios. Si nosotros como católicos queremos que Dios escuche nuestras oraciones, debemos rezar como lo hizo el publicano, pararnos en la posición de un ser creado, tener una actitud de piedad ante Él, y rezar a Dios con la condición previa de ser obedientes. No deberíamos tratar de forzar nuestros propios deseos a Dios o exigirle que actúe según nuestra propia voluntad. Sólo debemos pedir que Dios lleve a cabo las cosas de acuerdo a su propia voluntad. Esta es la única manera en que Dios escuchará nuestras oraciones, y nos iluminará y guiará.
2. Rezar a Dios con sinceridad y honestidad
El Señor Jesús dijo una vez a sus discípulos: “Asimismo cuando oráis no habéis de ser como los hipócritas, que a propósito se ponen a orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles para ser vistos de los hombres. En verdad les digo que ya recibieron su recompensa. Tú, al contrario, cuando hubieres de orar, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora en secreto a tu Padre, y tu Padre, que ve lo más secreto, te premiará en público” (Mateo 6:5-6). Podemos ver por lo que está escrito en la Biblia que cuando los fariseos rezaban a menudo les gustaba elegir un lugar lleno de gente. Disfrutaban de estar de pie en las sinagogas o en las intersecciones para rezar, y luego recitaban frecuentemente las Escrituras y hacían largas e insinuantes oraciones. Todo se hacía para que los demás lo vieran, para que los vieran como devotos y piadosos, y así ganarse la admiración de la gente y hacer que la gente los admirara. Esa clase de oración no es más que exaltarse y presumir; es tratar de engañar a Dios. Por eso el Señor Jesús dijo que los fariseos eran hipócritas, y que sus oraciones eran hipócritas, detestables para Dios. Al reflexionar, en muchas ocasiones cuando rezamos, también albergamos motivos incorrectos. Por ejemplo, cuando rezamos en las reuniones, no le hablamos a Dios de nuestras verdaderas dificultades o corrupción, ni le hablamos de corazón, tampoco le pedimos que nos guíe y nos dirija. En cambio, decimos palabras floridas y damos alabanzas vacías, de lo contrario recitamos capítulos de la Biblia o seguimos y seguimos hablando de las Escrituras, porque pensamos que quien memoriza más escrituras y habla con más elocuencia reza mejor. También pensamos que cuanto más a menudo hagamos nuestra vigilia matutina y nuestras oraciones vespertinas, o más rezamos antes de las comidas y damos agradecimiento a la gracia de Dios después de comer, y cuanto más tiempo dediquemos a estas cosas, más espirituales y devotos nos volveremos. Pensamos que rezar de esta manera está más de acuerdo con la voluntad de Dios. De hecho, rezar de esa manera no es compartir nuestros corazones con Dios y no es realmente adorarle. En cambio, es aferrarse a nuestros propios motivos y objetivos, y es para mostrar a los demás lo bien que buscamos cuando usamos esto para presumir. Rezar de esa manera es simplemente hacerlo de memoria, hacer los movimientos, y es rezar como un ritual religioso. Es ser indiferente a Dios y tratar de engañarle, lo que le repugna. El Señor Jesús dijo: “Dios es espíritu, y verdad; y por lo mismo los que le adoran en espíritu y verdad deben adorarle” (Juan 4:24). Dios es el Señor de la creación, así que cuando los seres creados oran ante el Creador, debemos tener un corazón temeroso y adorarle con sinceridad, aceptar Su observación y hablar con Dios abierta y honestamente. Sólo este tipo de oración deleita a Dios.
3. Reza para hacer la voluntad de Dios
En Mateo 6:9-10, 13 el Señor Jesús dijo: “Ved, pues, cómo habéis de orar: padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra, como en el cielo. […] y no nos dejes caer en la tentación; mas líbranos de mal. Amén”. Desde que la humanidad fue corrompida por Satanás, Dios ha estado obrando para salvar a la humanidad, permitiéndonos escapar del mal, permitiéndonos escapar de la esclavitud y el daño de Satanás, y finalmente permitiéndonos ser ganados por Dios. Así que Dios espera que la gente pueda venir ante Él y aceptar Su salvación. También espera que la gente viva de acuerdo con sus palabras y lo veneren por encima de todo. Por eso, en nuestras oraciones, no podemos hacer llamamientos por nosotros mismos. También debemos ser considerados con la voluntad de Dios, rezar para que se haga la voluntad de Dios en la tierra, rezar por la aparición del reino de Cristo en la tierra, y rezar para que el evangelio de Dios se extienda a todos los rincones del mundo. Este es otro camino de práctica por el cual la oración católica puede estar de acuerdo con la voluntad de Dios. Por ejemplo, cuando nos encontramos con diversas dificultades, burlas y penurias mientras difundimos el evangelio y nos sentimos débiles y negativos, debemos orar sinceramente a Dios y pedirle que nos dé fe y fuerza, nos permita abandonar la carne y superar todas las dificultades, y no estar sujetos a las limitaciones de las fuerzas enemigas. Cuando vemos que hermana o hermano encuentra dificultades y necesita nuestra ayuda, debemos rezar a Dios con una carga, pidiéndole que nos ilumine y nos guíe para entender Sus palabras, de modo que podamos compartir Su voluntad en la comunión durante las reuniones. Entonces podremos guiar a nuestros hermanos y hermanas en la práctica y experiencia de las palabras de Dios y llevarlas ante Dios. Cuando vemos cosas malvadas y sin escrúpulos hechas en la iglesia, debemos rezar a Dios y pedirle fe y coraje, así como comprensión de la verdad para ver a través de los trucos de Satanás y defender los intereses de la casa de Dios. Y así sucesivamente. Si rezamos frecuentemente para que venga el reino de Dios y se haga Su voluntad, y somos capaces de ofrecer nuestra propia fuerza para la difusión de Su evangelio, entonces Dios aprobará nuestras oraciones y estarán en línea con Su voluntad. De hecho, hay algunas oraciones en la Biblia que obtuvieron la aprobación de Dios, como cuando el rey David quiso construir un templo para Yavé para que la gente pudiera adorar a Dios en él. A menudo rezaba a Dios por esto, y luego lo ponía en práctica. Esas súplicas obtuvieron la aprobación de Dios, y al final David se convirtió en alguien de acuerdo con la voluntad de Dios. Después de que Salomón se convirtiera en rey y Dios se le apareciera en un sueño, preguntándole qué pediría, Salomón no pidió riquezas o una larga vida, sino que pidió que Dios le concediera sabiduría para que pudiera gobernar mejor al pueblo de Dios, y así su pueblo pudiera adorar mejor a Dios. Dios aprobó sus oraciones, y no sólo le concedió sabiduría, sino también las riquezas y una larga vida que ni siquiera había pedido. Está claro que rezar para hacer la voluntad de Dios es una oración que está completamente de acuerdo con Su voluntad.
4. Rezar a Dios con perseverancia y resolución, no perder la fe
Se dice en Lucas 18:1-8: “Y PROPUSOLES también una parábola sobre que es necesario orar siempre, y no desmayar, Diciendo: Había un juez en una ciudad, el cual ni temía á Dios, ni respetaba á hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía á él diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Pero él no quiso por algún tiempo; mas después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo á Dios, ni tengo respeto á hombre, Todavía, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, porque al fin no venga y me muela. Ved, añadió el Señor, lo que dijo ese juez inicuo. Y ¿Dios dejará de hacer justicia a sus escogidos que claman a él día y noche, y sufrirá que se les oprima? Os aseguro que no tardará en vengarlos. Pero cuando viniere el Hijo del hombre, ¿os parece que hallará fe sobre la tierra?” Esta parábola muestra que cuando rezamos a Dios para buscar la voluntad de Dios o pedir algo, no podemos tener prisa por Su resolución. Debemos aprender a esperar, buscar y obedecer. Dios es todopoderoso además de práctico. No hace cosas sobrenaturales, pero Su obra de guiar y proveer a la humanidad se basa completamente en la estatura real de la gente, y se hace todo basado en lo que la gente puede alcanzar realmente. Mientras nuestras súplicas estén en línea con Su voluntad, Él ciertamente cumplirá nuestras oraciones, así que debemos tener fe en Dios. Todos hemos pasado por este tipo de cosas: A veces cuando nos encontramos con una dificultad y no sabemos qué hacer, nos acercamos a Dios en la oración, y a través de la lectura de las palabras de Dios y la comunión con los hermanos y hermanas, Dios muy rápidamente nos ilumina y nos guía, dándonos un camino a la práctica. O a veces, hemos estado rezando por algo durante mucho tiempo y no hemos recibido una respuesta de Dios, y en esos momentos necesitamos calmar nuestros corazones y esperar que la voluntad de Dios se nos revele. En otras ocasiones, Dios está probando nuestra fe para ver si somos capaces de confiar realmente en Él. A veces Dios pretende exponer la adulteración dentro de nosotros y limpiar nuestra corrupción. A veces Dios necesita movilizar o hacer arreglos para que personas, cosas o eventos cumplan nuestras oraciones, y esto requiere tiempo y un cierto proceso. También hay veces en que Dios ve que nuestra estatura actual es pequeña y que no podemos manejar o lograr algo por nuestra cuenta, así que espera hasta que nuestra estatura haya crecido un poco, y entonces lo lleva a cabo por nosotros.... Independientemente de si nuestras oraciones a Dios se han cumplido, debemos tener fe en Dios y creer que todo lo que hace en nosotros es bueno, que todo es beneficioso para nuestro crecimiento en la vida, y que las buenas intenciones de Dios existen en todas las cosas. Así que, no importa si las dificultades que enfrentamos sean en nuestra vida diaria o en nuestro servicio a Dios, no podemos perder el ánimo o desanimarnos. Debemos ser como la viuda que busca la justicia, ser constantes, tener una fe genuina en Dios, acudir frecuentemente ante Él en oración, buscar y esperar que se nos revele Su voluntad. Debemos creer que cuando llegue el momento de Dios, obtendremos la iluminación del Espíritu Santo y veremos el poder, la sabiduría y las maravillas de Dios.
Los cuatro elementos de la oración arriba mencionados son un camino de práctica para la oración cristiana, y si podemos practicar estas cosas todos los días, seremos capaces de establecer una relación normal con Dios y entender la verdad dentro de las palabras de Dios. La perspectiva de nuestras almas mejorará siempre, y tendremos cada vez más confianza en nuestra fe y en nuestro seguimiento de Dios. ¡Nuestras oraciones también obtendrán la aprobación de Dios!
Nota del editor: Cómo rezar para obtener la aprobación de Dios es una verdad en la que debemos entrar urgentemente. Este ensayo señala un camino para que los católicos puedan rezar para que Dios escuche: rezar honestamente a Dios con nuestros corazones, decirle a Dios lo que hay en nuestros corazones, ponerse en el lugar de un ser creado, y a menudo ofrecer oraciones para que se haga la voluntad de Dios. Creo que, si ponemos en práctica estos cuatro principios, nuestras oraciones serán escuchadas por Dios. Además, me gustaría recomendar los principios de la oración hacia Dios, y espero que todos podamos entrar en este aspecto de la verdad juntos.