16 versículos bíblicos de ánimo para enfrentar las pruebas
Cuando nos encontramos con las adversidades y las dificultades en la vida, a veces nos volvemos negativos, débiles y perdemos la fe en Dios, pero debemos creer que la fuerza y la confianza humana provienen de Dios, y que con que confiemos en Él tendremos la fuerza para superar todos los reveses. Lee los siguientes versículos bíblicos de ánimo que fortalecen nuestra fe y nos permiten estar más cerca de Dios en tiempos difíciles.
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- 1. Aprende a confiar en Dios para que te anime en las adversidades
- 2. El sufrimiento es bendición de Dios para nosotros
1. Aprende a confiar en Dios para que te anime en las adversidades
“El es el que robustece al débil y el que da mucha fuerza y vigor a los que no son para nada” (Isaías 40:28).
“Se adormeció de tedio el alma mía; comunícame vigor con tus palabras” (Salmos 119:28).
“Mas los que tienen puesta en Yavé su esperanza, adquirirán nuevas fuerzas, tomarán alas como de águila, correrán y no se fatigarán, andarán y no desfallecerán” (Isaías 40:30).
“Yavé es el que me auxilia y protege; en él esperó mi corazón, y fui socorrido. Y resucitó mi carne; y así le alabaré con todo mi afecto. Yavé es la fortaleza de su pueblo; él es el que en tantos lances ha salvado a su ungido” (Salmos 28:7-8).
“Y el rostro de Yavé está observando a los que obran mal, para extirpar de la tierra la memoria de ellos. Clamaron los justos, y los oyó Yavé, y los libró de todas sus aflicciones” (Salmos 34:16-17).
“Estas cosas os he dicho con el fin de que halléis en mí la paz. En el mundo tendréis grandes tribulaciones, pero tened confianza, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).
“La paz os dejo, la paz mía os doy; no os la doy yo, como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón, ni se acobarde” (Juan 14:27).
“No ha de ser por medio de un ejército, ni con la fuerza, sino por la virtud de mi espíritu, dice Yavé de los ejércitos” (Zacarías 4:6).
“Portaos varonilmente, y con firmeza; no temáis, ni os amedrentéis a su vista: porque Yavé Dios tuyo él mismo es, ¡oh Israel!, tu caudillo, y no te dejará ni te desamparará” (Deuteronomio 31:6).
“Yavé se ha hecho el amparo del pobre; socorriéndole oportunamente en la tribulación. Confíen, pues, en ti, ¡oh Dios mío!, los que conocen y adoran tu Nombre; porque jamás has desamparado, Dios, a los que a ti recurren” (Salmos 9:9-10).
“De esta suerte, aunque caminase yo por la sombra de la muerte, no temeré ningún desastre; porque tú estás conmigo. Tu vara y tu báculo han sido mi consuelo. Aparejaste delante de mí una mesa abundante, a la vista de mis perseguidores. Bañaste de óleo o perfumaste mi cabeza. ¡Y cuán excelente es el cáliz mío que santamente embriaga!” (Salmos 23:4-5).
Las palabras relevantes de Dios:
Debes lograr la entrada desde el lado de la positividad. Si esperas pasivamente, entonces, sigues siendo negativo. Debes ser proactivo al cooperar conmigo; sé diligente y nunca seas perezoso. Comunícate siempre conmigo y ten una intimidad aun más profunda conmigo. Si no entiendes, no seas impaciente por los resultados rápidos. No es que no te diré; es que quiero ver si confías en Mí cuando estás en Mi presencia y si tienes confianza en tu dependencia de Mí. Siempre debes permanecer cerca de Mí y poner todos los asuntos en Mis manos. No regreses en vano. Después de haber estado cerca de Mí sin saberlo por un período de tiempo, Mis intenciones te serán reveladas. Si las captas, entonces estarás realmente cara a cara conmigo y verdaderamente habrás encontrado Mi rostro. Tendrás mucha claridad y estabilidad en tu interior y tendrás algo en qué confiar. También tendrás poder además de confianza y tendrás una senda hacia adelante. Todo te resultará fácil.
Extracto de “Capítulo 9” de Declaraciones de Cristo en el principio
2. El sufrimiento es bendición de Dios para nosotros
“Tened, hermanos míos, por objeto de sumo gozo caer en varias tribulaciones, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce, o ejercita, la paciencia, y que la paciencia perfecciona la obra; para que así vengáis a ser perfectos y cabales, sin faltar en cosa alguna” (Santiago 1:1-3).
“Bienaventurado, pues, aquel hombre que sufre con paciencia la tentación, o tribulación; porque después que fuere así probado, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman” (Santiago 1:11).
“Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos seréis cuando los hombres por mi causa os maldijeren, y os persiguieren, y dijeren con mentira toda suerte de mal contra vosotros” (Mateo 5:10-11).
“Esto es lo que debe transportaros de gozo, si bien ahora por poco tiempo conviene que seáis afligidos con varias tentaciones, para que vuestra fe probada de esta manera y mucho más acendrada que el oro (que se acrisola con el fuego) se halle digna de alabanza, de gloria y de honor en la venida manifiesta de Jesucristo para juzgaros” (1 Pedro 1:5-6).
“Mas Dios dador de toda gracia, que nos llamó a su eterna gloria por Jesucristo, después que hayáis padecido un poco, él mismo os perfeccionará, fortificará y consolidará” (1 Pedro 5:9).
Las palabras relevantes de Dios:
No te desanimes, no seas débil; y Yo te aclararé las cosas. El camino que lleva al reino no es tan fácil. ¡Nada es tan simple! Queréis que las bendiciones vengan a vosotros fácilmente, ¿no es así? Hoy, todos tendréis que enfrentar pruebas amargas. Sin esas pruebas, el corazón amoroso que tenéis por Mí no se hará más fuerte ni sentiréis verdadero amor hacia Mí. Aun si estas pruebas consisten únicamente en circunstancias menores, todos deben pasar por ellas; es solo que la dificultad de las pruebas variará de una persona a otra. Las pruebas son una bendición proveniente de Mí. ¿Cuántos de vosotros venís a menudo delante de Mí y suplicáis de rodillas que os dé Mis bendiciones? ¡Niños tontos! Siempre pensáis que unas cuantas palabras favorables cuentan como Mi bendición, pero no reconocéis que la amargura es una de Mis bendiciones. Los que participan de Mi amargura ciertamente compartirán Mi dulzura. Esa es Mi promesa y Mi bendición para vosotros.
Extracto de “Capítulo 41” de Declaraciones de Cristo en el principio