Evangelio de Hoy - Job 1:12
Evangelio de Hoy - Job 1:12
Dijo, pues, el Señor a Satanás: Ahora bien, todo cuanto posee lo dejo a tu disposición; sólo que no extiendas tu mano contra él. Con esto se salió Satanás de la presencia del Señor a ejecutar sus designios.
En la historia de Job, los intercambios entre Dios y Satanás son bastante impresionantes. La sustancia de Satanás es malvada y cruel. Detesta a todas las cosas positivas. Esto se revela a fondo en los medios por los cuales dañó de Job. Sin embargo, cuando enfrenta los requisitos de Dios, no se atreve a cruzar en absoluto. Aunque lastimó la carne de Job, no se atrevió a quitarle la vida.
De esto podemos ver que Satanás también está en las manos de Dios. Una vez leí un pasaje de este tipo en un libro: “Independientemente de lo ‘poderoso’, lo audaz y ambicioso que sea, de lo grande que sea su capacidad de infligir daño, del amplio espectro de las técnicas con las que corrompe y atrae al hombre, lo ingeniosos que sean los trucos y las artimañas con las que intimida al hombre y de lo cambiante que sea la forma en la que existe, nunca ha sido capaz de crear una simple cosa viva ni de establecer leyes o normas para la existencia de todas las cosas, ni de gobernar y controlar ningún objeto, animado o inanimado. En el cosmos y el firmamento no existe una sola persona u objeto que hayan nacido de él, o que existan por él; no hay una sola persona u objeto gobernados o controlados por él. Por el contrario, no sólo tiene que vivir bajo el dominio de Dios, sino que, además, debe obedecer todas Sus órdenes y Sus mandatos. Sin el permiso divino, le resulta difícil incluso tocar una gota de agua o un grano de arena sobre la tierra; ni siquiera es libre para mover a las hormigas sobre la tierra, y mucho menos a la humanidad creada por Dios. A los ojos de Dios, Satanás es inferior a los lirios del campo, a las aves que vuelan en el aire, a los peces del mar y a los gusanos de la tierra. Su papel, entre todas las cosas, es servirlas, trabajar para la humanidad, y servir a la obra de Dios y Su plan de gestión. Independientemente de lo maligna que es su naturaleza y lo malvado de su esencia, lo único que puede hacer es respetar sumisamente su función: estar al servicio de Dios, y proveer un contraste para Él. Tales son la sustancia y la posición de Satanás. Su esencia está desconectada de la vida, del poder, de la autoridad; ¡es un simple juguete en las manos de Dios, tan sólo una máquina a Su servicio!” (“Dios mismo, el único I”).