Evangelio de Hoy - Mateo 18:12
Evangelio de Hoy - Mateo 18:12
¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se ha descarriado, ¿no deja las noventa y nueve en los montes, y va en busca de la descarriada?
¿Por qué el Señor Jesús usó esta parábola para expresar Su amor por nosotros los seres humanos? ¿Cuál fue la intención del Señor al respecto? No comprendía hasta un día que vi las palabras de Dios en un sitio web del evangelio. ¡Resulta que aquí se esconde un profundo sentido!
Las palabras de Dios dicen:
“Mateo 18:12-14 ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se ha descarriado, ¿no deja las noventa y nueve en los montes, y va en busca de la descarriada? Y si sucede que la halla, en verdad os digo que se regocija más por esta que por las noventa y nueve que no se han descarriado. Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos que se pierda uno de estos pequeñitos.
Este pasaje es una parábola; ¿qué tipo de sentimiento produce en la gente? La forma de expresión usada aquí, la parábola, es una figura retórica del lenguaje humano y, como tal, está dentro de la esfera del conocimiento humano. Si Dios hubiera dicho algo parecido en la Era de la Ley, las personas habrían sentido que tales palabras no eran realmente congruentes con Su identidad; sin embargo, cuando el Hijo del hombre comunicó estas palabras en la Era de la Gracia, para las personas fue algo reconfortante, cálido e íntimo. Cuando Dios se hizo carne, cuando apareció en forma de hombre, usó una parábola muy apropiada que provenía de Su propia humanidad para expresar la voz de Su corazón. Esta representaba la propia voz de Dios y la obra que Él quería hacer en esa era. También simbolizaba una actitud que Dios tenía hacia las personas en la Era de la Gracia. Mirando desde la perspectiva de la actitud de Dios hacia las personas, comparó a cada una de ellas con una oveja. Si una oveja se perdiera, Él haría lo que hiciera falta para encontrarla. Esto representaba un principio de la obra de Dios en ese momento en medio de la humanidad, cuando estaba en la carne. Dios usó esta parábola para describir Su determinación y Su actitud en esa obra. Esta era la ventaja de Dios al hacerse carne: podía aprovecharse del conocimiento de la humanidad y usar el lenguaje humano para hablar a las personas y para expresar Su voluntad. Él le explicó o le “tradujo” al hombre Su profundo lenguaje divino, que resultaba difícil de entender para las personas en lenguaje humano, de forma humana. Esto ayudó a las personas a entender Su voluntad y a saber qué quería hacer Él. También pudo tener conversaciones con personas desde la perspectiva humana, usar el lenguaje humano y comunicarse con ellas de una forma en la que entenderían. Hasta podía hablar y obrar usando el lenguaje y el conocimiento humanos, de forma que las personas pudieran sentir la bondad y la cercanía de Dios, y ver Su corazón” (“La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo III”).
Las palabras de Dios me dejan entender que el Señor Jesús dijo la parábola de la oveja perdida para que comprendiéramos mejor el anhelo de Dios por salvar a la humanidad, y que sintiéramos Su sinceridad de esperar que la humanidad abandonara el mal y se volviera ante Él. Cuando una persona está lejos de Dios, el anhelo de Dios de buscar a esta persona es igual que el de una persona que encuentra a su oveja perdida; cuando dicha persona se vuelva y regrese a Dios, se sentirá Dios tan alegre como una persona que recupera a su oveja perdida. Pero el Señor Jesús dijo esta parábola, no quiso decir que valoraba más a esta oveja perdida que a las otras noventa y nueve ovejas no perdidas, sino que quiso transmitir el amor y las expectativas de Dios por la humanidad. Dios nos aprecia y desea que todos nosotros podamos volvernos a Él, presentarnos ante Él para adorarlo y que lleguemos a comprender Su amor por la humanidad.