Los sinceros de corazón desean arrepentirse Los sinceros de corazón desean arrepentirse
00:00/ 00:00

Los sinceros de corazón desean arrepentirse

00:00
00:00

I

Al ver que el día de gloria de Dios se aproxima,

mi corazón se llena de pena y angustia.

Mi resistencia a Dios recuerdo arrepentido,

mi deuda con Él me crea ansiedad.

Él me escogió para unirme al banquete del reino.

Dios muestra la senda que hay que seguir.

Él no deja de alentarme, pero yo no escucho.

No consigo la verdad ni el valor para encarar a Dios.

Creer en Dios pero no poder satisfacerlo es vergonzoso.

Al no poder igualar lo que Dios ha hecho,

reconozco lo mucho que le debo.

Me decidiré a buscar la verdad,

invirtiendo mi vida en compensar la gracia de Dios.

Qué extraño regalo de Dios

es consagrar mis últimas horas a Él.

II

Las doctrinas las veo como verdadera realidad.

Practico el trabajo duro en vez de la verdad,

no hay devoción en mi deber, sólo engaño.

Al ser podado, me resisto y no obedezco.

Para ayudarme a hallar la verdad, Dios organiza cada cosa.

Pero no busco la verdad ni obedezco.

Ando obstinado en la via del fariseo y no retrocedo.

Si Dios me odia, la vida es oscura, peor que la muerte.

Creer en Dios pero no poder satisfacerlo es vergonzoso.

Al no poder igualar lo que Dios ha hecho,

reconozco lo mucho que le debo.

Me decidiré a buscar la verdad,

invirtiendo mi vida en compensar la gracia de Dios.

Qué extraño regalo de Dios

es consagrar mis últimas horas a Él.

III

Sus palabras de juicio atraviesan mi corazón como espadas,

lo hieren y atormentan.

Sólo así mi duro y ciego corazón se empieza a mover,

y odio mi empedernida huida de la verdad.

Todo lo que vivo es el carácter de Satanás,

sin el principio de la verdad, sólo sigo mis ideas.

Y ninguna cosa que hago puede llamarse una buena acción.

Soy indigno de disfrutar las palabras de Dios.

Creer en Dios pero no poder satisfacerlo es vergonzoso.

Al no poder igualar lo que Dios ha hecho,

reconozco lo mucho que le debo.

Me decidiré a buscar la verdad,

invirtiendo mi vida en compensar la gracia de Dios.

Qué extraño regalo de Dios

es consagrar mis últimas horas a Él,

mis últimas horas a Él.

De "Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos"