Versículos bíblicos sobre los diez mandamientos: Los principios de vida imprescindibles para la humanidad

Los diez mandamientos en la Biblia son los requisitos de Dios para nosotros los seres humanos, cada uno de ellos contiene un significado de gran alcance. De estos mandamientos, vemos la justicia y la santidad de Dios, y sabemos los principios imprescindibles para vivir en la tierra. Lee estos diez mandamientos para comprender la voluntad y los requisitos de Dios y vivir en Su bendición.

los 10 mandamientos de Dios

Los diez mandamientos:

“Yo soy el Señor Dios tuyo que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud. No tendrás otros dioses fuera de mí” (Deuteronomio 5:6-7).

“No te esculpirás estatua ni figura ninguna de las cosas que hay arriba en el cielo” (Deuteronomio 5:8).

“No las adorarás, ni les darás culto: porque yo soy el Señor Dios tuyo, Dios celoso que castigo en los hijos la maldad de los padres hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen” (Deuteronomio 5:9).

“Y que uso de misericordia por millares de generaciones con los que me aman y guardan mis mandamientos” (Deuteronomio 5:10).

“No tomarás en vano el nombre del Señor Dios tuyo; porque no quedará sin castigo el que por una cosa vana, tomare su nombre en falso” (Deuteronomio 5:11).

“Cuida de santificar el día de sábado, como te tiene mandado tu Señor Dios” (Deuteronomio 5:12).

“Honra a tu padre y a tu madre, como el Señor Dios tuyo te tiene mandado, para que vivas largo tiempo y seas feliz en la tierra que te ha de dar el Señor Dios tuyo” (Deuteronomio 5:16).

“No matarás” (Deuteronomio 5:17).

“No fornicarás” (Deuteronomio 5:18).

“No hurtarás” (Deuteronomio 5:19).

“No dirás contra tu prójimo falso testimonio” (Deuteronomio 5:20).

“No desearás la mujer de tu prójimo. No codiciarás la casa, ni la heredad, ni el esclavo, ni la esclava, ni el buey, ni el asno, ni cosa alguna de las que son suyas” (Deuteronomio 5:21).

Los clásicos en 613 estatutos:

“Cuando veas que un buey o una oveja de tu prójimo andan perdidos, no te pasarás de largo, sino que los conducirás a tu hermano” (Deuteronomio 22:1).

“Si vieres un asno o un buey de tu prójimo caídos en el camino, no pasarás sin hacer caso; sino que le ayudarás a levantarlos” (Deuteronomio 22:4).

“Cuando edificares casa nueva, harás alrededor del terrado un pretil, para que no se derrame sangre en tu casa, y no seas culpable de la caída o precipicio de otro” (Deuteronomio 22:8).

“Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguno de vosotros quiera presentar al Señor una ofrenda de los ganados, esto es, una víctima de bueyes o de ovejas” (Levítico 1:2).

“Si alguno pecare con la mujer de otro, o cometiere adulterio con la que está casada con su prójimo, mueran sin remisión, así el adúltero como la adúltera” (Levítico 20:10).

“Acuérdate de santificar el día de sábado” (Éxodo 20:8).

“Honra a tu padre y a tu madre, como Yavé Dios tuyo te tiene mandado, para que vivas largo tiempo y seas feliz en la tierra que te ha de dar Yavé Dios tuyo” (Deuteronomio 5:16).

“Quien hiriere a un hombre, matándole voluntariamente, muera sin remisión” (Éxodo 21:12).

“Si alguno depositare dinero o alhaja en casa de su amigo y se lo robaren al depositario, si se halla el ladrón, restituirá éste el doble” (Éxodo 22:7).

Las regulaciones de la Era de la Ley son la prueba real de que Dios dirige a la humanidad

Así pues, habéis leído estas normativas y principios de la Era de la Ley, ¿verdad? ¿Abarcan las regulaciones un amplio espectro? Primero, cubren los Diez Mandamientos, tras los cuales aparecen las regulaciones sobre cómo edificar altares, etc. Después vienen las relativas a guardar el día de reposo y a observar las tres festividades, tras las cuales están las de las ofrendas. ¿Habéis visto cuántos tipos de ofrendas hay? Hay holocaustos, ofrendas de cereal, de paz, por el pecado, etc. Seguidas por las normativas para las ofrendas de los sacerdotes, incluidos los holocaustos y las ofrendas de cereal de los sacerdotes, y otros tipos de ofrendas. La octava serie de normas está relacionada con la ingestión de las ofrendas por los sacerdotes. Después están las que indican lo que las personas deben observar durante su vida. Hay estipulaciones para muchos aspectos de la forma de vivir de las personas, como las normativas respecto a lo que pueden o no comer, sobre la purificación de las mujeres tras el parto, y para los curados de la lepra. En estas regulaciones, Dios llega a hablar incluso de la enfermedad, y hasta existen normas para matar a las ovejas y al ganado, etc. Estos fueron creados por Dios, y deberías matarlos como Él te indica que lo hagas; existe, sin duda, una razón para las palabras divinas; es indudablemente correcto actuar tal como Él ha decretado, ¡y, con toda seguridad, es beneficioso para las personas! También existen festividades y normas a observar, como el día de reposo, la Pascua, y más; Dios habló de todos ellos. Veamos las últimas: otras normativas como encender las lámparas, el año de jubileo, la redención de la tierra, hacer votos, la ofrenda del diezmo, etc. ¿Abarcan estas cosas un amplio espectro? Lo primero de lo que debemos hablar es el asunto de las ofrendas de las personas. Después están las regulaciones para el robo y la compensación, así como la observancia del día de reposo…; todos los detalles de la vida están implicados. Es decir, cuando Dios empezó la obra oficial de Su plan de gestión, estableció muchas regulaciones que el hombre debía seguir. El fin de estas era permitirle llevar la vida normal del ser humano sobre la tierra, una vida normal inseparable de Dios y de Su dirección. Dios le instruyó primero cómo levantar altares, cómo establecerlos. Después de esto, le señaló cómo realizar las ofrendas y estableció cómo debía vivir: a qué debía prestar atención en la vida, qué tenía que cumplir, qué debía hacer y qué no. Lo que Dios estableció para el hombre lo englobaba todo, y con estas costumbres, regulaciones y principios, Él estandarizó el comportamiento de las personas, guió sus vidas, su iniciación a las leyes de Dios, las guió hasta llegar delante del altar de Dios, a tener una vida entre todas las cosas que Él había hecho para el hombre, con orden, regularidad y moderación. En primer lugar, Dios usó estas simples normativas y estos principios para establecer límites para el hombre, de forma que este tuviera una vida normal de adoración a Dios sobre la tierra, la vida normal del hombre; ese es el contenido específico del comienzo de Su plan de gestión de seis mil años. Las regulaciones y normas cubren un contenido muy amplio; son los detalles específicos de la dirección de la humanidad por parte de Dios, durante la Era de la Ley, y tenían que ser aceptadas y obedecidas por las personas que vivieron antes de la Era de la Ley. Son un registro de la obra llevada a cabo por Dios durante esa época, y son la prueba real del liderazgo de Dios y Su dirección de toda la humanidad.

La humanidad es eternamente inseparable de las enseñanzas y las provisiones de Dios

En estas normativas se ve que la actitud de Dios hacia Su obra, Su gestión, y la humanidad es seria, concienzuda, rigurosa y responsable. Él hace la obra que debe en medio de los seres humanos, según Sus pasos, sin la más mínima discrepancia, pronunciando las palabras que debe hablarle a la humanidad sin el menor error u omisión, permitiéndole ver al hombre que es inseparable del liderazgo de Dios, y mostrándole cuán importante es para la humanidad todo lo que Él hace y dice. En resumen, independientemente de cómo sea el hombre en la siguiente era, justo al principio —durante la Era de la Ley— Dios hizo estas sencillas cosas. Para Él, los conceptos que en esa época tenían las personas de Dios, del mundo y de la humanidad, eran abstractos y opacos, y aunque tenían algunas ideas e intenciones conscientes, todas ellas eran poco claras e incorrectas. Por ello, la humanidad era inseparable de las enseñanzas y las provisiones de Dios para ella. Los seres humanos más antiguos no sabían nada, por lo que Dios tuvo que empezar a enseñarles desde los principios más superficiales y básicos para la supervivencia, y las regulaciones necesarias para vivir. Infundió estas cosas poco a poco en el corazón del hombre, y a través de estas normativas y reglas orales le fue proporcionando un entendimiento gradual de Él, una apreciación y un entendimiento progresivos de Su liderazgo, y un concepto básico de la relación entre el ser humano y Dios. Después de lograr este efecto y sólo entonces, Dios pudo llevar a cabo, poco a poco, la obra que realizaría más adelante. Así, estas regulaciones y la obra realizada por Dios durante la Era de la Ley constituyen la base de Su obra salvífica de la humanidad, y la primera etapa de obra en el plan de gestión de Dios. Aunque, antes de la obra de la Era de la Ley, Dios había hablado a Adán, Eva, y sus descendientes, estos mandatos y enseñanzas no fueron tan sistemáticos ni específicos como para serles comunicados al hombre uno a uno; tampoco se escribieron ni pasaron a ser regulaciones, porque en ese momento el plan de Dios no había llegado tan lejos. Sólo cuando Él guiara al hombre hasta este paso podría empezar a exponer estas normativas de la Era de la Ley, y comenzaría a hacer que el hombre las llevara a cabo. Era un proceso necesario, y el resultado era inevitable. Estas simples costumbres y regulaciones le muestran al hombre los pasos de la obra de gestión de Dios y la sabiduría de Dios revelada en Su plan de gestión. Él sabe qué contenido y medios usar para empezar, qué métodos usar para continuar y cuáles para terminar, con el fin de poder ganar un grupo de personas que diera testimonio de Él y que tuviera la misma opinión que Él. Él sabe lo que hay en el hombre, y aquello de lo que este carece. Sabe lo que tiene que proveer y cómo debe guiarlo, y también lo que este debería o no hacer. El hombre es como un muñeco: aunque no tenía entendimiento de la voluntad de Dios, no podía evitar ser guiado por la obra de gestión de Dios, paso a paso, hasta hoy. No había confusión en el corazón de Dios respecto a lo que debía hacer; existía un plan muy claro y gráfico, y Él llevaba a cabo la obra que Él mismo deseaba, según Sus propios pasos y Su plan, progresando desde lo superficial hasta lo profundo. Aunque no había indicado la obra que iba a hacer más adelante, la subsiguiente seguía llevándose a cabo y progresando estrictamente de acuerdo con Su plan, que es una manifestación de lo que Dios tiene y es, así como la autoridad divina. Independientemente de la etapa de Su plan de gestión en la que esté obrando, Su carácter y Su esencia lo representan; en esto no hay error. Cualquiera que sea la época, o la etapa de la obra, hay cosas que nunca cambian: el tipo de personas que Dios ama, la clase de personas a las que aborrece, Su carácter y todo lo que Él tiene y es. Aunque estas regulaciones y principios que Dios estableció durante la obra de la Era de la Ley parecen muy simples y superficiales para las personas de hoy, y aunque son fáciles de entender y cumplir, sigue habiendo en ellas la sabiduría de Dios, Su carácter y lo que Él tiene y es. Y es que en estas normativas aparentemente simples se expresan la responsabilidad de Dios y Su preocupación por la humanidad, así como la esencia de Sus pensamientos exquisitos, permitiéndole al hombre ser verdaderamente consciente de que Dios gobierna todas las cosas y Su mano todo lo controla. No importa cuánto conocimiento domine la humanidad, cuántas teorías o misterios entienda, para Dios ninguna de estas cosas puede reemplazar Su provisión y Su liderazgo a la humanidad; esta será siempre inseparable de Su dirección y de Su obra personal. Así es la relación inseparable entre el hombre y Dios. Independientemente de que Él proporcione un mandato o una normativa, o te provea verdad para que entiendas Su voluntad, haga lo que haga, Su objetivo consiste en conducir al hombre a un hermoso mañana. Las palabras pronunciadas por Dios y la obra que hace son la revelación de un aspecto de Su esencia, así como de Su carácter y de Su sabiduría; son un paso indispensable de Su plan de gestión. ¡Esto no se debe pasar por alto! La voluntad de Dios está en todo lo que Él hace; Él no teme a las observaciones inapropiadas ni a cualquiera de las nociones o pensamientos del hombre sobre Él. Simplemente lleva a cabo Su obra y continúa Su gestión de acuerdo con Su plan de gestión, sin restricciones de cualquier persona, asunto u objeto.